REFORMA INTEGRAL DE UN PISO EN EL EIXAMPLE

El Eixample, con su rica historia y arquitectura distintiva, sirvió como una fuente crucial de inspiración para esta vivienda. Ubicada en la Casa Salvador Viladevall III, un edificio residencial modernista construido en 1904 por el arquitecto Lluís de Miquel i Roca, la renovación se enfocó en preservar la esencia de un apartamento clásico del Eixample donde intervenciones previas habían ocultado sus detalles históricos. Esta constatación estableció el objetivo principal del proyecto: recuperar el carácter singular del piso mientras se adapta al estilo de vida contemporáneo.

La intervención se centró en mantener y restaurar elementos arquitectónicos clave como los muros de carga, la bóveda catalana, los techos altos con molduras de escayola y los suelos hidráulicos. Se prestó especial atención a la distribución espacial para mejorar la luz natural y la circulación.

Una transformación importante consistió en abrir la cocina al pasillo y al resto del piso, permitiendo una continuidad visual y creando un espacio más luminoso, abierto y funcional. Se añadió una ventana para conectar la cocina con el salón, alineándose simétricamente con una ventana existente y reforzando la conexión entre espacios. El techo de la cocina, por su parte, fue el único elemento construido nuevo, adoptó un diseño abovedado que armoniza con el carácter modernista del piso. El objetivo era asegurar que los nuevos elementos coexistieran con los originales, fomentando un diálogo entre el pasado y el presente.

La intervención buscó equilibrar restauración y modernización. La cocina fue diseñada con un enfoque contemporáneo pero respetuoso, utilizando acero, mármol rojo Alicante para encimeras y suelos, y estantes de madera de cerezo. Estos materiales nobles aportaron calidez y coherencia, asegurando la integración con el carácter histórico de la vivienda.

Un elemento significativo en el espacio fue la mesa del comedor, diseñada a medida por el estudio a petición de los clientes. Construida con una estructura de contrachapado marino con uniones en zigzag cortadas mecánicamente y un sobre de travertino romano. Esta pieza se convirtió en un elemento central del hogar.

Se realizó un esfuerzo meticuloso para restaurar la autenticidad de los materiales originales. Los suelos hidráulicos, emblemáticos del diseño modernista, fueron restaurados con sumo cuidado. Se buscaron piezas faltantes en almacenes especializados, donde fueron identificadas como obras de Teotim Fortuny, un renombrado fabricante catalán conocido por sus diseños intrincados inspirados en elementos modernistas y tradicionales.

En las áreas renovadas, se eligió mármol rojo Alicante para complementar los mosaicos hidráulicos existentes. Materiales adicionales como azulejos cerámicos, veladuras de cera y pinturas de silicato fueron seleccionados para armonizar con las texturas y acabados originales del apartamento. La restauración también incluyó puertas y ventanas, preservando su textura y detalles mientras se mejoraba la eficiencia energética con vidrio doble.

Los dormitorios requirieron una intervención mínima para preservar sus características originales, incluyendo suelos hidráulicos, molduras de techo y puertas. Sin embargo, se necesitaba un dormitorio adicional para satisfacer los requisitos de los propietarios. Para lograrlo, el dormitorio principal se dividió mediante una pieza de mobiliario a medida que también funcionaba como distribuidor y vestidor, manteniendo la integridad del mosaico original y las molduras del techo.

En los baños, se adoptó un enfoque similar. Los lavabos de mármol diseñados a medida enfatizaban la artesanía, rindiendo homenaje a las tradiciones artesanales de la época del edificio. Los baños fueron concebidos como espacios visualmente integrados, evitando el aislamiento. Cuando no están en uso, las puertas permanecen abiertas, mejorando la sensación de amplitud y la iluminación, al tiempo que mantienen la continuidad en todo el piso.

El proyecto estuvo guiado por el principio de (re)construcción, enfatizando la artesanía, el confort y la domesticidad. La intervención buscó crear un hogar que no solo respetara su esencia histórica, sino que también se adaptara a la vida moderna. Los espacios fueron diseñados para fomentar la conexión y la continuidad, asegurando que cada elemento contribuyera a una atmósfera de calidez e intimidad.

El equilibrio entre restauración e innovación permitió que la historia coexistiera con las necesidades contemporáneas, reforzando la idea de que un hogar es más que un refugio: es un lugar de pertenencia. La sensibilidad aplicada a cada decisión garantizó que la renovación se mantuviera fiel a su identidad original mientras integraba sigilosamente las comodidades actuales, ofreciendo una experiencia de vida singular y atemporal.