Reforma de un antiguo taller de mecánica ubicado en el barrio de Sant Antoni, un local singular estrecho y largo, para convertirlo en una clínica veterinaria.
La propuesta nace de un presupuesto muy ajustado y de la voluntad de recuperar la singularidad del espacio existente. Se apuesta por un vaciado radical del local, con el fin de mostrar la totalidad de su volumen y la posterior inserción de un módulo que articulará el espacio.
Situado estratégicamente, el módulo articula todas las estancias de la nueva clínica y aporta una singular lógica estética al local: se cede todo el protagonismo al contraste entre los materiales naturales (como el pino macizo y la cerámica) y el blanco desnudo de paredes y techo.